domingo, 17 de julio de 2011

Y los días pasan...

Me gustar pasear por las calles de Lima sin ningún fin concreto y mirar a la gente, y que la gente me mire y se haga preguntas, “esta no es limeña” se dirán muchos. En ocasiones cuando hablo me preguntan de que ciudad de España soy y muchos añaden después: “yo no he estado pero tengo familia allá”. Me sorprende no haber visto a más gente blanca, he detectado que hay bastante turismo de Sudamérica (Ecuador, Argentina y Chile principalmente) pero no de otros países, no me he topado con ningún español a excepción de mis compañeros de trabajo. Da igual, me interesan más los limeños, nunca me he sentido apegada a la cultura en la que he sido criada, mi casa está en el lugar en el que me encuentro en este momento y que haya nacido en España es una mera casualidad, quien me conoce sabe que no adoro especialmente a mi país. Aunque reconozco que España es bien linda no porque haya nacido en ella, sino porque simplemente...lo es.
 Me gusta ver a las mamás en los autobuses con sus bebés dormiditos en los brazos, con ese color de piel que me encanta y me recuerda a mis niños de España. Mirándolos entiendo menos si cabe el racismo que existe en el mundo, es inexplicable, imbécil, estúpido, mediocre y triste  creerte mejor que los demás por cualquier motivo.  Muy lamentable, algo contra lo que definitivamente hay que luchar y no callarse, sobre todo nunca callarse cuando veamos actitudes racistas u oigamos comentarios de esa naturaleza. Todos tenemos una responsabilidad hacía todos. Vivir en diferentes países y tener la posibilidad gracias a mi trabajo de haber conocido, y haber intimado con personas de culturas diferentes a la mía, ha hecho que definitivamente sienta que no hay separación entre unos y otros.  Lo significativo es que es, precisamente viendo las diferencias culturales entre países, cuándo más siento esto. Voy andando por las calles de Lima y veo un pasacalle con gente vestida con los trajes típicos, con máscaras, haciendo sus danzas y entonces lo veo con una claridad, a veces aterradora: Todos somos iguales, por no decir la misma cosa, y mucha gente en el mundo todavía no se ha dado cuenta.


Pasacalles infantil en el centro
 


Pasacalles infantil en el Centro de Lima
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