sábado, 25 de agosto de 2012

A los lugares que amaste, deberías volver...

Bruxelles, août 2012

"Il faut retourner aux endroits qu'on a beaucoup aimé"



Où sont les meilleurs moments de ma vie maintenant ?
ils n'existent plus que dans mes souvenirs...

Fue poner mis pies en la Gare du midi de Bruselas y sentir ganas de llorar. Desde ese instante y hasta que llegué al metro estuve enfadada con el tiempo, qui passe si vite...  Y contrariada ante la verdad inexorable, de que en el momento en el que te separas de algo, nunca sabes si lo volverás ver. Puede ser el hijo que dejas en el colegio, el amor que vive en otra ciudad,tu compañero de trabajo, tu coche bien aparcado a la puerta de casa,  o el país en el que viviste durante un año o seis meses. Da igual las predicciones que nuestro refinado cerebro pueda hacer, lo cierto es que cuando te alejas de lo que quieres, no puedes estar seguro cien por cien de que lo volverás a tener delante, hasta el mismo momento en que eso ocurre.

Hacía dos años que no volvía.


Et Je ne veux pas créer de nouveau des souvenirs cette fois-ci. Mais c’est inévitable. La vie est toujours une somme, jamais une soustraction. Tu ne peux pas rester dans le zéro. Alors, je m'agrippe aux résidus de mon mémoire  et je me laisse bouleversée par eux...



Yo quise vivir en este lugar. No fue suficiente con vivir un buen año. Por supuesto, quise regresar  nada más abandonar el país, y mi mente se pasó el resto del año soñando que lo hacía.  Quise vivir en este lugar con todos mis fuerzas, y la segunda vez que vine, elegí la casa que me compraría, la cual además estaba muy cerca de la sangha en la que meditaba.
 
Y después…la idea de volver me abandonó.

Empecé a meditar en Bruselas, volví a nadar en Bruselas, aprendí a hablar francés en Bruselas y "encontré" mi vocación en Bruselas. 
Pensé sobre la conveniencia de apuntar a mis hijos en un colegio belga o en uno europeo. En cuantas veces visitaría  a mis padres a lo largo del año, y cuantas me visitarían a mí mis amigos. Sí, me imaginé toda mi vida en esta ciudad y me lo creí. Me volvería a apuntar a teatro. París y Amsterdam estaban muy cerca, y también Alemania. Viajaríamos. Bruselas era entonces un lugar maravilloso  para quedarse...
Odiaba los inviernos, es verdad, y su cielo permanentemente gris.  Ese frío intenso me había hecho casi vomitar en varias ocasiones. ¡Y cuantas veces pensé caminado por sus solitarias calles!: “esta ciudad está muerta”. Cinco de la tarde y ya era de noche. Cuántas veces me permití despreciar la falta de viveza de sus gentes, la suciedad de sus calles y sus sencillos paisajes. (Nunca tantas como las veces que en los últimos cuatro años he pensado: “como me gustaría vivir ene stos momentos en la soledad de los inviernos de Bruselas”).


Je marche sur les mêmes trottoirs, je m’arrete dans le mêmes coins de la rue, et je m’asseoie sur le même marche  de “la Bourse”, où je me suis assise la dernière fois quand j’ai été ici.
Je choisi encore une fois le même type du sauce avec des frites, sauce pitta, même s’il y a une dizaine que je n’ai jamais goûté. Je me perds dans les mêmes arrets du métro, et je deviens folle à chaque fois que j’essaie de retrouver la bonne direction à la gare du midi. Je brûle ma langue en mangeant  des gaufres à la confiture de cerise, et j’essaie de retrouver un nouvel détail à la Grand Place que je n’ai jamais vu avant. Il y a quelque chose d’honteux dans le plaisir de revenir aux vieux endroits dans lequels tu a étais heureuse et repeter exactement les mêmes rituels. J’ai aperçu que les êtres humains ont qu’une somme des experiences répétitives.



No fue perfecto,y sin embargo... existía un gran mimetismo entre mi ser y la ciudad, pues yo era la ciudad misma, era la experiencia que estaba viviendo, mi trabajo, mis amigos, los lugares por los que caminaba. Siempre lo hacemos, ¿no? No nos engañemos, estoy  hablando del deseo de que lo que amamos entre por todos nuestros sentidos. Compramos cuando viajamos tantas cosas para llevarnos físicamente nuestra experiencia a casa... Incapaces de ver la sutileza de que, de hecho, no existe ninguna separación entre nosotros y todo lo demás. Comemos la comida típica,  cogemos arena o piedras que meteremos en un bote que pondremos en alguna estantería.Un bote que algún día tiraremos. Guardamos la chapa de aquella cerveza belga, irlandesa o de Madrid, la servilleta de aquel restaurante en el que comimos, o ese  papel que me diste una vez cuando estábamos tan cerca, que la posibilidad de que ocurriera parecía real. Compramos ropa, o cualquier cosa que podamos llevar sobre nosotros mientras viajamos: I LOVE NY, I LOVE BRUSSELS… je t'aime bruxelles...



Andando por los mismos lugares por los que anduve hace cuatro años, sólo puedo hacer tres cosas: pensar, desear y recordar. Esos olores… Bruselas huele, si has estado lo sabrás. Es una mezcla a gofre, chocolat et frites, es el particular olor que sale de las bocas del metro, el olor a orina de la gare du midi y de ciertas esquinas, el olor a mezcla de cervezas de sus pubs, el olor a humedad de sus inumerables parques. Es curioso para mí... nunca percibí nada igual en el resto de capitales europeas que visité.
Entro en sus librerías de segunda mano. Bruselas es un paraíso europeo para comprar libros usados, también música, CD'S  y  vinilos. A 0.75, céntimos, 1,2,3 euros por los grandes clásicos, estanterías llenas, montañas, pasillos de ese olor tan particular que tienen los libros de segunda mano. Y me permito  de nuevo uno de los mayores placeres de esa época: pasar horas buscando algo que no pensaba encontrar.
 




¿Y porqué esta melancolía si aquí fui feliz? Me pregunto sobre la idoneidad de regresar a lugares que amaste, ya no estoy segura. 

Porque el placer y el dolor siempre tan cerca... como si no pudieran existir el uno sin el otro.
Y ocurre una vez más, encontrarme con ellos. Pues he vuelto a mi antiguo trabajo, sabiendo que por estas fechas mis compañeros ya no estarían. Ni siquiera sé quien siguen trabajando allí. No pasa nada, sólo quería entrar en el edificio, sentarme en los lugares donde jugué con los niños. Todo está vacío y tranquilo, hay obras en algunas salas, y Zoe, el conejo que habitaba en el jardín ha desparecido. Miro a mi alrededor y me doy cuenta de que entre todas esas cosas, sin lugar a dudas yo soy la que más ha cambiado.

Mi emoción aumenta al oír la voz de mi antiguo y querido compañero que se aproxima y se sorprende al verme, “¿qué haces tú aquí?” eso mismo me llevo preguntando yo los últimos 15 años de mi vida, lo pienso pero no me da tiempo a decirlo en francés.  Casi no puedo hablar cuando vuelvo a ver a los demás. Mi corazón no se acuerda de las tranquilas horas de meditación de ayer. Hablamos, vamos al mismo supermercado de siempre,  y vuelvo a atravesar la calle entre los tranvías sin mirar. Comemos juntos, como antes. Recordamos. Es extraño estar allí y perfectamente normal al mismo tiempo . De nuevo esa sensación de estar en el lugar adecuado en el momento perfecto. Me despido de ellos otra vez, pensando que quizás  a las personas que amaste también deberías volver. Incluso si no lo esperabas, no te sorprendas si volvéis a coincidir en el círculo, al menos una vez más en vuestra vida.

Mais tu ne peux pas savoir à quoi je parle si tu n’as jamais quitté un endroit qui t’as vraiment touché. Pour en savoir, il faut retourner dan le endroits que t’as beaucoup aimé.
Moi et les enfants  en marchant dans les rues du quartier du nord, en faisant attention aux  feux  avant de traverser la rue.
Les enfants et moi en chantant des chansons espagnoles pour les calmer.
Les ateliers partagés avec les collègues,
Les jours à la piscine.
Mon travail avec les enfants reste très fort dans ma tête : Fatima, Sumia, Walid, Mohamed, Ozman… quand je me promène dans un parc, je me rappelle des jeux d’été qu’on a faits ensemble. J’étais heureuse, j’étais épanouie.

Je me rappelle AUSSI àmes amies venues de tous le pays de l’Europe (Na zdrowie Agata!) à chaque fois que j’ai été avec eux, je sentais que j’avait devant moi un petit morceau de leurs pays. Les voyages en train autour de le Belgique, les fêtes dans les maison pendant l’hiver, et les “au revoir” aussi… j’ai beaucoup aimé la vie multiculturelle que cette ville m’a donnée! Bruxelles a mille visages et j’aime cette diversité.
Oui, je sais bien, que le Bouddhisme dit : « il faut  être avec tout ce qui existe sans s'y attacher » car tout change constamment et rien ne dure pour toujours. Tout change et on ne peut se fier à rien. Mais si nous regardons notre passé, nous pouvons voir notre vie comme un rêve car le temps passe mais les souvenirs restent.










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1 comentario:

  1. Es una buena reflexión. Hay quien dice que no es bueno volver al lugar donde fuiste feliz porque puedes sentirte mal si no se cumplen tus expectativas. Así que, en cierto modo, has hecho un acto de valentía, otro más :)
    En cuanto a lo de no saber cuándo volverás a ver eso que tanto amas, quizá deberíamos tenerlo más presente para valorar cada instante y no perder el tiempo en tanta tontería. Un placer leerte siempre, amiga.
    Un beso!

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